La música registrada

Registered Music

LA MÚSICA REGISTRADA


La música existe prácticamente desde que el ser humano existe, y hoy podemos escuchar buena parte de la que se ha compuesto a lo largo de la historia. ¿Por qué no toda? Porque no toda ha sido registrada.

El primer registro de la música fue la memoria, su traslado entre generaciones se cumplía a través de aprenderla, escucharla y reproducirla. Pero conforme se fue diversificando y haciendo más rica y más compleja se volvió necesario registrarla para transmitirla.

Por siglos, el sistema fundamental de registro ha sido la partitura, hecha a base de notaciones de distinto valor según su ubicación y su indicación de duración (dada por la forma), sobre líneas que representan distintas alturas de sonido. La partitura data del medioevo, pero fue la aparición de la imprenta la que uniformó su uso sobre la base del pentagrama (cinco líneas) para la ubicación de los sonidos.

El primer registro sonoro directo, ya no meramente simbólico o representativo, se debe al fonógrafo de Edison (1877), pero fue la aparición del gramófono (1887) la que hizo posible grabar, reproducir y escuchar la música; sin embargo, si bien permitía escucharla no permitía componerla, mientras que la partitura sí.

Los gramófonos originales registraban el sonido sobre cilindros de pasta; de ahí se pasó a los primeros discos, del mismo material; luego a los sistemas de alta fidelidad, con discos elaborados en vinil o acetato; más tarde a las cintas magnetofónicas (de carrete abierto o en casete), y por último a los sistemas digitales: el CD, el mp3 y otros archivos disponibles en la Red.

La tecnología permite hoy a cualquiera que disponga del equipo necesario hacer su propia música, conservar archivos gráficos digitales, “quemar” CDs y subir las piezas a la Red, sin intermediación alguna; un prodigio. Otro más: es difícil conocer la literatura de otros pueblos, por la barrera del idioma, pero no su música: el lenguaje de la música es universal.

En nuestros días es común la asociación de los registros sonoros a otros lenguajes artísticos, como en la danza, el teatro, el performance y la producción cinematográfica.


REGISTERED MUSIC


Music has existed practically as long as man has, and today we can listen to much of what has been composed throughout history. Why not all of it? Because not all of it has been recorded.

The first record kept of music was memory, passed on from generation to generation through learning, listening and playing it. But as it became more diversified, richer and more complex, it became necessary to record it in order to transmit it.

For centuries, the fundamental record system were music sheets, whose base was the representation of different notes’ value according to position and length indication (given by their shape), on lines representing different pitches. The sheet dates from the Middle Ages, but it was the printing press that homogenized their use on the basis of the pentagram (five lines) for locating sounds.

The first direct sonorous record, no longer just symbolic or representative, was thanks to Edison’s phonograph (1877), but it was the gramophone (1887) which made it possible to record, play and listen to music; however, it did not allow for its composition, whereas sheets do.

Original gramophones registered sound on paste cylinders; then came the first disks, of the same material; then high fidelity systems, with vinyl or acetate disks; then magnetic tapes (open reeled or cassette) and lastly digital systems: CDs, mp3 and other files available online.

Technology nowadays allows anyone with the necessary equipment to make their own music, keep graphic digital files, “burn” CDs and upload the pieces to the web, with no intermediary. A prodigy. Another: it is difficult to know the literature of other peoples, due to the language barrier, but not their music… the language of music is universal.

These days the association of sonorous records to other artistic languages, like dance, theater, performance and cinematographic production, is common.